martes, 16 de septiembre de 2014

UNOS DÍAS CON LUCÍA Y FELIPE.



Martes día 9 de septiembre de 2014
Cae sin parar, no es una cosa que dependa de mí, ni de nadie que conozca, ni siquiera es consecuencia de lo divino. Creo.
Estoy con Felipe y Lucía. Está muy contento (Felipe) con su nueva casa de madera en el bosque y con el aguacero.
- Con esta agua se ha demostrado que no hay goteras.
Una cosa, la de las goteras, que preocupaba a Felipe. Claro que Felipe nunca puede ser feliz durante demasiado tiempo seguido, nunca puede estar feliz del todo y para romper este momento de felicidad que le ha provocado el hecho de que la casa del bosque recién arrendada no tiene goteras ha buscado el lado negativo a la lluvia que nos rodea, se queja de que es demasiado tardía (la lluvia) para la aparición de setas, ya que este lugar es de otoño corto (todo según Felipe) y eso va a hacer que la temporada setera sea escueta, y además aún no sabe dónde buscar y … ( después de estos puntos suspensivos desconecté y me quedé alelado observando el tipazo de Lucía). El Felipe es un pesado, en ocasiones me agobia y cuando se pone con lo de las setas, más.
Llueve y por la ventana se ve cómo se va formado un riachuelo, primero transporta hojas y trocitos de ramas, agua trasparente, después marrón. Truena y llueve, dentro de un rato parará y nos volveremos a Zaragoza (Lucía y yo).
La noche ha caído, el cielo es boca de lobo, ni luna ni estrellas; de repente la pradera se ilumina, estruendos terroríficos que acompañan a múltiples rayos que, a mí me parece, están cayendo muy cerca de la casa. La luz de Endesa se nos ha ido, suerte que los relámpagos permiten que nos veamos las caras, aunque sea de forma intermitente, tiene su punto gracioso.
- ¿Hay velas?
- Sí.
- Bien.
- Dame fuego.
- No tengo.
- Yo tampoco.
- Mierda.
- Mal.
No tenemos ni mechero ni cerillas, es el único momento durante los 14 meses y 10 días que hace que dejé el funesto vicio en que le he encontrado algo positivo a fumar, si no lo hubiese dejado llevaría mechero.
Es tarde, decidimos quedarnos a dormir, ya volveremos mañana a Zaragoza. Acostarnos, ¿dónde? Aún faltan casi todos los muebles, sólo hay una cama, bastante grande pero sólo una, el sofá no ha llegado, las camas de la habitación de invitados tampoco, mañana llega el camión con los muebles. No queda más remedio que meternos los tres en la misma cama. Luz relampagar intermitente, nos vamos quitando ropa para meternos en la cama. No sabemos en que orden estaremos mejor, Lucía propone ponerse en medio, nos parece bien. Suerte que ha refrescado.

Miércoles día 10.
Amanece, bueno, amanece para mí, ellos siguen durmiendo, Felipe está destapado, tiene pelo por bastantes partes del cuerpo, como si fuesen islas, desagradable (la imagen). Lucía está tapadita y boca arriba, está preciosa, abre los ojos y me sonríe.
Nos levantamos, ha parado de llover, decidimos bajar al pueblo para desayunar. Nos metemos en el Duque de Calabria. Felipe nos pregunta si podemos quedarnos para ayudarle a instalar los muebles, le decimos que sí (Lucía nunca tiene un no para Felipe). Suena el teléfono de Felipe, habla, cuelga. Nos comenta. El de los muebles vendrá mañana.
Hemos comprado mecheros y cerillas y jamón (de cosecha propia) en jamones Roqueta (la lumbre también la hemos comprado en Roqueta y hemos echado una primitiva) son un matrimonio muy simpático, después hemos comprado una hogaza en el Horno. Está claro que hoy también nos quedamos a dormir. Mañana ya veremos si nos vamos. Llegamos a la casa de la pradera, la luz a vuelto. Bien.

Jueves día 11.
Lucía se había levantado y Felipe estaba abrazado a mí muy fuerte y … Me levanté. A las 12 del mediodía llegaron los muebles. Han dado las dos, montamos la mesa, tres sillas, descorchamos una botella de Moët y nos zampamos unos embutidos de la zona, con jamón de la zona, con un pa amb tomaquet con aceite de Calaceite, el jamón está buenísimo.
Colocamos poco a poco los muebles, pero a Felipe siempre hay algo que no le gusta como queda y lo cambia de lugar, así pasamos todo el día. Cenamos en el salón. Nos vamos a dormir, al fin en la habitación de invitados, junto a Lucía.

Viernes día 12.
Por quinta vez cambiamos los muebles de sitio, el salón vuelve a ser la habitación de Felipe. Me aburro. Se pasa el día poniendo el sofá aquí, allí, las camas en este habitáculo.
- los jarrones no tienen flores, la vajilla no es la que pedí y las cestas no son artesanas y... Uff. A ver si nos vamos.
Felipe saca una libreta de tapas gruesas y duras de color verde, pasa unas hojas y dice: el día 15 va a haber una eclosión de setas en Gyuhf (Felipe siempre se inventa el nombre de los sitios y a mí me lleva con los ojos vendados hasta el bosque), pero seguro que mañana ya habrán salido algunas. ¿Os apetece que vayamos de excursión? Miro a Lucía, se le han encendido los ojos.
    • Lo que daría algún aficionado a las setas por esta libreta. Jijijiji.
Sábado día 13.
Desayunamos, manzanas, té endulzado con estevia, jamón Roqueta y unas tostadas con mermelada de cereza (hecha por Lucía). Emprendemos la marcha a las 10, subimos a Aljfjryt (nombre clave del pueblo), visitamos el pueblo, entramos en el restaurante El Rancho Grande, nos tomamos unos cafés y pedimos tres bocatas para llevar. Nos subimos al coche, me vendan los ojos de nuevo, al salir del pueblo, me da permiso para destapármelos (me fastidia el tema, pero es lo que hay), el paisaje es especialmente bonito. Entramos en el bosque, hay bastantes setas, sólo llevamos una cesta, por lo cual en media hora ya decidimos no recolectar más, pero igualmente seguimos paseando, nos sentamos en una gran piedra y nos comemos los bocatas. Después seguimos caminando algo más, vemos setas, pero no las recogemos. Felipe y Lucía sacan fotos. De vuelta a casa paramos en una tienda de Adidas, me compro unas Stan Smith, mi madre me compró mis primeras Stan Smith con unos 16 años y siempre que veo unas me recuerdan a mi madre y durante muchísimos años seguí comprándome este modelo de bambas, dejé de hacerlo cuando le pusieron la punta de plástico, buaggg, pero esas que me he comprado son todas de cuero, de paso le he comprado otras a mi hija, que seguro no le gustarán nada, pero cuando mi mamá me compró las primeras, yo era más de John Smith. Que me lío. Estamos a las afueras de Mora de Rubielos, se lo he preguntado a la dependienta (si lee esto es Felipe, me veta). Las bambas valen 19 euros. Nos vamos a casa.
Nos cenamos un variado de setas y al fin, después de la cena, regresamos a Zaragoza.
Siento no haber colgado historia el martes pasado, pero es que en la casa de Felipe no hay internet.
La semana que viene colgaré una historia, lo de hoy es sólo un trozo de mí diario, no he tenido tiempo de escribir otra cosa. Un beso.