martes, 3 de diciembre de 2013

UN MILAGRO GRACIOSO

- Hola, buenas tardes
  • ¿Qué tal?
  • Una cervecita
  • ¿San Miguel?
  • Sí, ¿hay poco movimiento?
  • Sí, ayer trabajé muy bien, pero hoy eres el primero en entrar.
  • Pues no voy a ser el cliente ideal. Cóbrate, me tengo que ir.
Las nueve y sereno, bueno, sereno, sereno tampoco es muy exacto. Sólo ha entrado el Andrés, menudo año.
Joder, antes, a las nueve, como mínimo, ya tenía doscientos en el cajón, joder. Me voy a fumar, me cago en la prohibición. Hace frío.
  • Hola Pedro. ¿Fumando?
  • Pues sí. Ahora entro y os atiendo.
Pedro le da dos caladas al ducados y entra con su sonrisa habitual.
  • ¿Qué será?
  • Una de litro, de estas nuevas que tienes.
  • Buena elección, ésta es de lo mejor.
Les sirve la cerveza, se mete en el ofis y prepara un par de tapitas de anchoa.
Entran Julián y Ana. Todo va bien. Juan, Mercedes, Elena, Laura y Mario. Hablan de música y de la lotería; corren las cervezas, cada una acompañada de su tapa. Queso, jamón, sardina... Lo de la tapita con la cerveza está muy bien. A fumar en grupo. Las once y cuarto, se va Mario, el bar está nuevamente vacío.
Son las doce, no ha vuelto a entrar nadie.
Voy a cerrar. Se abre la puerta, entra un señor mayor.
  • Ponme una Mahou.
  • Muy bien.
Pedro le coloca la cerveza con una tapita de jamón.
  • Otra.
  • Otra.
  • Otra.
  • Cóbrate y ponme otra.
  • Ésta y cierro.
  • Vale.
Al señor se le empieza a trabar la lengua. Pedro le cobra.
  • Otra.
  • Ya te he dicho que era la última.
  • No seas capullo y ponme otra.
  • Te pongo media caña y cierro.
Pedro le sirve una caña.
  • Salgo a fumar.
A ver si se va, este tío es un pesado.
Pedro mira al interior del local desde la puerta y ve cómo se bebe la cerveza de trago y se dirige a la salida.
Suerte, se va.
  • Tú, capullo, ponme otra cerveza.
  • No me faltes al respeto.
  • Tú estás aquí para servir a los clientes, pringao.
  • Cállate y vete a casa.
  • Dame un cigarro y sírveme una cerveza.
  • Que te vayas a casa. Voy a cerrar.
  • Dame un cigarro, hijo de puta.
Pedro, ya muy caliente pese al frío que hace, suelta la mano con cigarro incorporado. El tortazo a mano abierta le gira la cara al borracho pesao. Por un instante, Pedro deja de ver la jeta girada del individuo y cuando vuelve a mostrarse (la jeta del pesao), por no se sabe qué casualidad, el tío tiene colocado el cigarro, que Pedro llevaba en la mano golpeante, en su boca. El del pestazo a vino lleva ahora en su boca la colilla, un hecho casi milagroso, el tío tenía la pava entre sus labios, un cigarro de unos cuatro centímetros, algo doblado, pero aún humeante. Pedro se queda perplejo.
  • Pues no me pondrás una cerveza, pero me llevo tu cigarro, que te den. Me llevo tu cigarro, jajajaja, me lo llevo, me llevo tu cigarro, jajajajaja, capullo.
Pedro se enciende otro pitillo mientras observa cómo el cliente se aleja dando bandazos. Una sonrisa se dibuja bajo el bigote de Pedro, la visión del tío con la colilla semiaplastada en su boca no deja de ser cómica.