martes, 3 de septiembre de 2013

LA PUEBLA DE HIJAR (3ª parte)




No había manera de encontrar financiación, yo no tenía ni un duro, quizá fuese mejor estar en Madrid, Tarragona es una puta mierda.
Salgo a pasear, entro en la típica barbería de barrio, una cerca de la Catedral, me corto mis melenas. Me voy a tomar algo a una terraza, se me acerca una mujer y me pide fuego, saco mi bic y lo enciendo extendiendo el brazo, ella me lo coge de la mano y se enciende el cigarro, deja el mechero en la mesa y se me queda mirando fijamente. Yo flipo. Ella me pregunta si no me acuerdo, yo empiezo a mosquearme, seguro que es una pirada, mierda, tengo imán para este tipo de gente. Se sienta enfrente de mí, levanta el brazo y le pide un café con hielo al camarero. Le digo que esto es un poco violento y que deseo estar solo. No me hace ni caso y empieza a hablarme como si no oyese nada de lo que le digo, no tengo salvación. Pienso en levantarme e irme, pero tengo mi cerveza entera y no pienso dejarla por ella, no le haré ni caso. La tipa me habla y me habla, la verdad es que su conversación empieza a parecerme interesante, es agradable, al fin y al cabo sólo será un rato. Hablamos más, me gusta su charrameca, me pido una cerveza más, ella se levanta, me dice que ha de irse, acerca sus rojos labios a mi rostro, estoy esperando aquel beso pero su intención es otra, entonces los acerca a mi oído, me susurra su nombre y se marcha. Noto como crece debajo del pantalón, tenso, algo doloroso. Veo como se aleja con paso firme, mostrando sus morenas y largas piernas, a los pocos metros se coge de la mano de un tío grande, rubio, de aspecto caucásico. Una forma de susurrar inolvidable, es ella, no cabe duda, es la mujer de la despedida de soltero de Luis, ¿cómo he podido borrarla de mi mente?. El gigante rubio gira la cabeza, me mira y sonríe, en su sonrisa, siniestra, destaca un diente dorado. Sudor frío, trago largo