martes, 4 de diciembre de 2012

TINTA CHINA



Soy un patán y eso deja huella. Por mucho que intento arreglarlo, no puedo evitar ser un patán.
Cuando salgo del despacho, lo hago con la sonrisa puesta, amando a todo el mundo. En este momento, del trabajo a casa, soy majo. Antes de salir a comunicarme con la gente, me ducho, meriendo y me hago un propósito: no voy a patanear, por mucho que quieran los demás, no entraré en ningún tipo de controversia. Cuando regreso del paseo nocturno, llego a casa con todo mezclado, cansado, sin sed y con hambre. Al día siguiente, me levanto y me vienen flashes de lo ocurrido, recuerdos que certifican que soy un patán.
Comportamiento patánico, un día cualquiera después de merendar:
Voy andando por la acera de enfrente (en mi caso la de la izquierda), saludo a un conocido, saludo a una conocida, me paro a hablar con otro del oficio (del mío), me despido, sigo andando por las estrechas calles del centro, me encuentro con otro abogado, hablamos, mentimos, todo normal. Me meto en un cine, veo la peli que me recomendó Fernando (con el que comparto despacho), debe haberme gastado una broma de mal gusto, salgo sin acabar, no sé cómo pueden premiar tanto a ese tipo, no vuelvo a ver una peli más que dirija éste, y esta vez va en serio. Me enfado. Busco un gintonic, lo encuentro, está bueno, pido otro, está bueno, pido otro, está. Está apunto de aparecer el patán. Entra Luis, hablamos de la crisis, de fútbol y de su novia. Lo de la crisis no da para mucho, sólo una cordial discusión; el fútbol nos lleva a un mal encuentro, él es del Barça. Me voy motivando, otro gin, me sobran dos, Luis me pone de los nervios con el puto Messi, no puedo defenderme, mi única baza es Cristiano Ronaldo pero no me sirve, aunque no lo reconozca (soy abogado), soy consciente de la gran diferencia a favor de Leo, me jode, me está tocando los huevos. Decido cambiar de tema. Le digo que, antes de que fueran novios con Elvira, yo ya la conocía. Se sorprende. Le digo que tuvimos una noche de pasión, él se enfada, alzo la voz y le digo que no sólo fue una noche y que Messi es argentino, me comenta que está embarazada y se va. Me quedo en el bar, otro gintonic, discuto con el camarero sobre cine, me enciendo un cigarro dentro del bar, me echan, soy un patán. Me voy a casa, entro en la cocina, me como un trozo de chorizo.
La mañana siguiente:
Me despierto temprano, me duele la cabeza, me duele el estómago, seguro que comí chorizo, me caliento un café, voy al baño, me ducho. Flash. No sé por qué le dije que conocí a Elvira, exageré la historia, me parece que estoy en un juicio continuo, todo vale, lo importante es ganar, estoy cansado de mentir. Soy abogado. Me encendí un cigarro dentro del bar, infringí la ley, me importa dos cojones la gente. Soy abogado.
La vida se escribe con bolígrafo y eso no se puede evitar. No tengo remedio. Lo único que se puede hacer es intentar mejorar, escribir mejor. Quizá si bebiese menos. Soy un patán. Me encantaría poder escribir con lápiz. Tristemente, la vida se escribe con un boli, el mío es de tinta negra, un único bolígrafo opaco de usar y tirar, con su estructura de plástico que no te deja ver la tinta que te queda. Tengo que dejar de ser un patán. Tengo que cambiar de profesión. Quiero aprender a escribir sin errores. Presiento que se me está acabando la tinta. Quiero dejar escrito algo bonito.