martes, 4 de septiembre de 2012

LA CADENA

Fotos  Ángel Fernández Balasch
Audio la paranoia de la copa, Xavier Canal y Sara Morales, voces, Miguel Ángel "Negro" Morales, guitarra, Coco Balasch, bajo, Andreu Monsó, programación ritmos.



Liberarse, romper la cadena. Las cadenas, no sé si son buenas o no. Seguramente, son buenas en ocasiones y en otras quizá no. Voy a pensar en ello sin esforzarme demasiado y en voz alta, a ver lo que sale, un punto de improvisación en vivo y en directo (es que no he escrito nada y falta una hora para colgar el escrito y el vídeo).
Ejemplos de cadena familiar: generaciones de la misma familia en el mismo negocio, negocios familiares que siempre han funcionado y entienden del asunto (del negocio en cuestión, los familiares implicados), negocios u oficios que en ocasiones el feroz capitalismo ha hecho que se rompa la cadena, en ocasiones una cadena de supermercados acaba con el negocio familiar de barrio. También tenemos que ver nuestra parte de culpa por infidelidad con estas tiendas de toda la vida, lugares en los que trabajan nuestros vecinos y revierten a su vez en la zona. La cadena también se puede romper porque los hijos están hartos de los tornillos o de las semillas o de lo que sea, el padre o la madre quiere que el negocio continúe, pero el hijo no quiere saber nada de él y se dedica a tocar la guitarra (por poner un caso extremo) y eso rompe la cadena.
Las cadenas pueden ser buenas. Las que mueven los piñones de las bicicletas. Curiosamente, dos días he intentado echarme siesta con esta vuelta 2012, pero funcionaban tan bien las cadenas (de las bicis) que no me ha sido posible, claro que también las cadenas de los ciclistas se pueden romper.
Cadenas artísticas. Éstas suelen funcionar de maravilla, claro que son difíciles de conseguir varias generaciones de artistas. La verdad es que hay algún caso, entre ellos me viene a la mente el de Christian McBride, creo que es la tercera generación de bajistas de la familia (hablo de memoria), éste es también a su vez un negocio familiar, se pasan sabiduría y trabajos. En el arte es más complicado que la cadena de supermercados fastidie el negocio y cada vez menos las discográficas, quizá lo consiga el IVA en España. Si la cadena no se rompe, ¿cómo será la quinta o sexta generación? ¿la música acústica, como la entendemos hoy, seguirá existiendo? (son dos preguntas distintas, primero responderé a la segunda) ¿Se seguirán usando esos instrumentos? Eso podría ser causa irreversible para que se rompa la cadena, el que dejase de existir el bajo o contrabajo en la música futura. La familia McBride, sin futuro. Otro caso sería que al único hijo le diese por tocar el saxo, ¿se podría decir que se ha roto la cadena? ¿cambiar de instrumento se considera romper la cadena? Pues yo creo que se rompe, se rompe la cadena de bajistas, claro que empezaría una nueva de músicos y podríamos seguir sumando, quiero decir que sería la cuarta generación (de músicos), una cuarta generación con las mismas ventajas que tuvieron los anteriores y más aún, con más ventajas, ya que él (el hijo) se podría mezclar con los demás y además facilitar que los demás se mezclasen con él (no entiendo como hay gente que aún piensa en mantener la raza pura, con las ventajas que tiene la mezcolanza). ¿Y si el de los tornillos se pasa a las semillas? ¿Se rompe la cadena? Yo creo que es el mismo caso que el de los McBride.
También puedes encadenar una buena racha. Buena racha en cadena que en ocasiones también se encadena con una cadena de mala racha: salgo a la calle, me encuentro cincuenta euros, me dirijo a la panadería, me cruzo con Javier ( un tipo que hacía un montón que no veía), me ofrece un curro que me mola, decido autoinvitarme a comer (con los cincuenta) y hay una chica en la mesa de al lado que a su vez se ha autoinvitado, nuestras soledades se juntan y acabamos tomando el postre en la misma mesa, en el mismo plato y con la misma cucharilla, me invita a su casa, nos amamos (han sido diez minutos intensos), decido ducharme, sólo hay agua fría, salgo pasmado, desnudo en el salón, ella está sentada, está vestida, está preciosa y feliz, le pregunto qué tal (hay preguntas que pueden desencadenar la rotura del encadenado), me comenta que no vamos a volver a vernos, le pregunto por qué (ésta es una de esas preguntas) y ella me comenta que siempre había conseguido varios orgasmos en todas y cada una de sus relaciones sexuales anteriores, que yo era muy afectivo pero poco efectivo, vamos, que no le llenaba suficiente. ¿Se rompió la cadena positiva? Me deprimo, inseguridad, necesito reconfortarme, necesito oír algo que me suba la moral, necesito quitarme las palabras hirientes de la tipa esta, que seguro son palabras que ha utilizado en muchas otras ocasiones, una táctica que utiliza (ella) con todos, desechar después de usar, ¿qué puedes esperar de una tía que retoza el primer día que te conoce (gozar, imbécil)? Tengo que afianzar mi confianza y olvidarme de esto, estoy encadenado a su discurso, necesito romper esta maldita cadena negativa. Llego a casa, busco teléfonos del pasado, decido llamar a todas mis amantes anteriores, todas de las que conservo sus teléfonos, la mayoría me confirman que no les llenaba, que sus experiencias antes y después de mí fueron siempre mejores (sexualmente hablando), pero que yo era el tipo más cariñoso que habían conocido, un par o tres me dijeron ¿quién dices que eres?, otra me dijo ¿estás pirao? no vuelvas a llamarme, hijo de puta. Sentado y analizando lo que me ha sucedido durante el día, suena el teléfono, es Javier, el tío que me había cruzado antes de comer, el del curro, tengo un mal presentimiento, me comenta que ha decidido darle el trabajo a otra persona, y encima me suelta “espero que no te moleste”. ¿Se rompió la cadena? Aún no, ésta era larga y mala. Aquella misma noche me cortaron la luz , entonces recordé, en mi oscuridad, que al principio de la cadena positiva y en pleno subidón, había pagado la comida (la de la desvergonzada), coulant incluido, vamos, que la dichosa comida me costó sesenta euros, sesenta euros pagué para quedarme así, suerte que no aceptó la invitación a champagne. Tengo velas, quizá esté entrando de nuevo en una cadena positiva. No tengo ni mechero ni cerillas.
La cadena familiar. No me refiero a una cadena de negocio o artística, en esta ocasión me refiero a romper el vínculo, romper la cadena que te retiene en casa de tus padres. Cuesta un montón dejar este sitio idílico para volar por tu cuenta, con lo calentito que se está y lo bien que se come, qué penita, pero es una cadena que tarde o temprano hay que romper. Después viene cuando la rompen tus hijos, o cuando les dices “o te vas de casa (romper la cadena) o te rompo la cabeza (romper). Espabila tío, que ya vale de vivir a la sopa boba, viniendo a la hora que quieres y haciendo lo que quieres, has destrozado el lado romántico que teníamos con tu madre, que te pires, queremos recuperar el tiempo perdido”.
Podría estar hablando de cadenas eternamente, las de la esclavitud, las de la prostitución, las del dinero, las del matrimonio, las de la policía, de las galeras, las de oro, de plata, las de radio, las de televisión, las de las motos o de las medallas, pero paro aquí, aquí rompo mi cadena de palabras. He llegado a una conclusión: Las buenas cadenas son las que te impones tú y las malas las que te imponen y te amarran contra tu voluntad. También hay, en ocasiones, cadenas malas que tú te has impuesto, pero esto es otra historia que posiblemente nunca cuente.