martes, 31 de julio de 2012

ZAPATOS SUCIOS



Les sabots d'Hélène, intérprete y autor, Georges Brassens.



Esta costumbre que siempre me ha acompañado es sin duda herencia de mi madre.
Siempre llevaba zapatos chulísimos (yo) que ella me compraba (mi madre) y siempre me he fijado mucho en ellos (zapatos en general). En ocasiones, cuando veo unos zapatos sucios, recuerdo una historia que Maria Balasch me contó alguna que otra vez durante su vida. También recuerdo otras muchas historias que me contaba, como el día que los aviones del ejército nacional (como si el de la república fuese de otro país) aparecieron y empezaron a ametrallar a la gente (civiles) que iba por un camino cerca del Xup (barrio de Manresa); entre ellos, mi iaia Trini (Trinitat Caballol); mi iaia, la de las setas, una guerrera (algún día os hablo de ella), iba con mi madre (niña); se tuvieron que lanzar al campo de trigo (mi madre pasó mucho miedo, mi madre siempre tuvo miedo a la violencia). Que me voy (qué facilidad tengo para no ir al grano). Los zapatos.
Un buen día, un pretendiente (de buena familia) tenía que venir a buscar a mi madre para llevarla al cine. Mi madre, de joven, era como una muñequita (descripción de mi tía Adelina). El joven mozo, ilusionado y seguro de sí mismo, golpeó cuatro veces fuertemente con la mano metálica contra la puerta de la calle; no es que fuese manco, no os imaginéis a un chaval con una prótesis de hierro (¿me estoy yendo del guión?), la mano de metal era un golpeador de hierro con forma de mano (yo lo conocí, me encantaba jugar con el golpeador) que hacía la función de timbre y de aviso; si golpeabas una vez es que ibas al primero, si lo hacías dos veces es que ibas al segundo, después de picar, esperabas respuesta, que te dieran permiso y si no había nadie en el piso te ahorrabas la escalada. En esta ocasión, mi iaia es la que se asomó al balconcito del cuarto piso del número 20 de la calle de la Miel (este edificio ya no existe), así mi madre ganó un tiempo extra para acabar de arreglarse mientras el guapo y joven pretendiente subía por primera vez la estrecha escalera, un túnel sombrío con peldaños de terrazo rojizo rematados en madera. Llamó a la puerta (esta vez con la mano de carne y hueso, la suya) que abrió la viuda Trinitat Caballol (mi iaia). El joven esperó en la puerta y la iaia Trini llamó a mi madre. Maria, guapísima y jovencísima, se acercó a la entrada, abrió la puerta y vio al chico de traje y bien peinado y, como era su costumbre, se fijó en los zapatos; en aquel caso, los del adinerado joven eran unos zapatos de piel negra, lujosos mocasines sin limpiar. Sucios, qué repugnancia, zapatos sucios, qué tipo de valor le daba a la cita el chico si ni siquiera se había limpiado los zapatos. Mi madre, ni corta ni perezosa, le cerró la puerta en los morros y por supuesto nunca más volvió a saber de él, rompió con él antes de la primera cita, lo dejó plantado por y con sus sucios zapatos. Y esta herencia me guardo y siempre me fijo en los zapatos y, cuando veo a alguien con los zapatos sucios, recuerdo a Maria Balasch y cobro su herencia, recibo su mensaje, recuerdo, me acuerdo, aún sin haber estado ahí, de los zapatos sucios de aquel joven, celebro la actitud de mi madre aquel y otros tantos días de su vida; cada uno tenemos nuestros valores sobre las cosas, admiro a la gente que no los quebranta y, sobre toda esa gente, a Maria Balasch Caballol.

martes, 17 de julio de 2012

LA HISTORIA DE TRES HERMANOS

Audio,  Te Amaré, fragmento versión de Salanova y Balasch.
 No conozco el nombre del fotógrafo (espero averiguarlo)



En ocasiones no lo puedes evitar, quieres que se acabe y crees que está en tus manos, pero nunca se acaba.
Como todos los grupos de música, antes de montarlos, antes de empezar a ensayar, hay que saber el qué, la temática.
En el Parc de l'Agulla parábamos el coche en el camino, cerca de donde nos íbamos a instalar, dejábamos las puertas abiertas para poder oír la música y nos sentábamos en el suelo con nuestros cigarros y el moscatel de la zona. En algún momento de la velada, el Crespo sacaba el cassette de Silvio Rodríguez, una cinta grabada del disco Mujeres. No sé cuantas veces la escuché, pero fueron muchas, el cassette reversible del 127 amarillo no paraba de dar vueltas a la misma cinta, a no ser que alguien se levantase a cambiar de música. Pero el Antonio (el Crespo) elegía siempre el momento adecuado para poner su cinta, este momento que estás tan a gustito viendo las estrellas veraniegas, tumbado en el césped... vamos, que a nadie le apetecía levantarse a cambiar de cassette, el momento Silvio se había convertido en una costumbre.
Cuando quieres que un grupo se acabe, lo hablas con los demás, quedas de acuerdo en que ésta es la última vez, haces una actuación de despedida y lo festejas con tus seguidores, un adiós digno y todos contentos. Pero en nuestro caso, al tiempo, el grupo vuelve a actuar, vuelves a hacerlo. Vuelves a decir que es la última vez, todos estamos conformes y, no sé por qué, al tiempo, vuelve a suceder, en ocasiones la sensación es que estamos haciendo un remix de la película sobre el día de la marmota versión trío. No lo entiendo. ¿Una maldición? ¿Una fuerza superior que nos arrastra? No lo comprendo, pero algo hay para que el día 19 vayamos a tocar una vez más juntos; y por tercera vez anunciaremos que ésta será nuestra última actuación con este grupo. Quizá lo mejor en esta ocasión sea no decir nada.
Supongo que fueron tantas las veces que oí aquella cinta en el parque de la carretera de Santpedor, que era inevitable que, un buen día, se me ocurriese montar un grupo de canciones de Silvio. Parece fácil montar un grupo de Silvio, pero os puedo asegurar que no lo es. Primero tienes que buscar un cantante, que no puede ser cualquiera, tiene que ser uno al que le guste Silvio (esto es relativamente fácil), pero uno que pueda cantarlo (no tanto). Siempre que se me ocurre un nuevo proyecto, en un principio pienso el qué, qué música y después, me gusta escoger a la gente adecuada, dentro de mis posibilidades, para cada proyecto, al músico perfecto. Toco con mucha gente, pero no suelo mezclar (cuando puedo elegir). Un ejemplo: en el año 2008 monté el grupo Blue Valentine, un grupo de versiones de Tom Waits. En aquel momento, cuando necesitaba un batería llamaba a Israel Tubilleja y, por aquel entonces, estaba en pleno apogeo con el dúo junto a Antonio Salanova. Pero para lo de Waits lo vi claro, los músicos para este proyecto eran Pablo Posa y Pepe Fernández Balasch, no es que sean mejores ni peores, es por un tema de estilo, tocar en el estilo. Para lo de Silvio tenía que buscar un cantante en el estilo.
Cuando acabábamos la velada y volvíamos a casa, el Crespo (Antonio Fernández Crespo) me contaba que había estado viendo a Silvio en la fiesta del PSUC, que venía con banda (el Silvio) y que no tocó casi ninguna de las canciones emblemáticas, pero tal fue la insistencia del público al acabar su actuación, que Silvio volvió a sacar su guitarra, subió al escenario, esta vez sin músicos y empezó un nuevo concierto con sus canciones de siempre, otorgando peticiones a diestro y siniestro.
Cuando quieres que se acabe algo y en teoría está en tus manos, normalmente puedes hacer que se acabe, pero en ocasiones no puedes. En la anécdota de Antonio, en su relato del concierto, posiblemente Silvio, después de hacer su primera actuación, tenía ganas y quería acabar, pero una fuerza exterior le obligó a seguir y os aseguro que no fue el público, es algo más profundo que los aplausos.
Habíamos tocado cientos de veces juntos, pero un día después de comer, un día que íbamos a tocar con Xaloc en la escuela oficial de idiomas uno de Zaragoza, nos fuimos al “Tetito” (bar Hemisferio) a tomar un té antes de empezar. Ernesto empezó a tocar y cantar unos temas de Silvio para impresionar a unas chicas que había en el local, entre ellas mi médico de cabecera, y ¡cuál fue mi sorpresa cuando Gregorio se puso a cantar las canciones de una manera magnífica y sorprendente! Aquello se me quedó grabado a fuego, y, aunque habían pasado un montón de años desde que le oí cantar aquellas canciones, cuando decidí emprender el proyecto Tres Hermanos, el cantante en el estilo, el elegido, fue Gregorio Montañés (nunca antes de lo de Silvio había cantado en solitario un repertorio completo, no era cantante). Ahora tenía que pensar en el guitarrista y en la forma que quería darle al grupo. Tenía clara una cosa: la voz de Gregorio es muy Silvio, y su estilo también, ¿pero quería realmente un guitarra Silvio?
Cuando quieres dejar de hacer algo, lo único que debes hacer es dejar de hacerlo, pero en ocasiones hay algo que no sabes de dónde viene que te obliga a seguir.
Durante mucho tiempo el Crespo (que vivía en mi misma calle), cuando me veía, me daba la brasa con Silvio, me grabó y regaló una cinta con las canciones del disco Mujeres, también me hablaba de amistad y de ajedrez.
Unos años antes de lo del “Tetito”, yo me acercaba los jueves al New Orleans para tocar un poco de Jazz. En este lugar, conocí a un joven chaval que llevaba unos meses estudiando en Berklee, era la primera persona de Zaragoza que conocía que estudiaba en tan prestigiosa escuela de música. Después de este encuentro hubo otros y, cada vez que volvía a Zaragoza, se acercaba a tocar por el Orleans y se notaba su progresión como músico, era un chico muy amable, era un chico muy majo, es Luis Giménez.
Cuando me puse a pensar en el guitarra para lo de Silvio, en primer lugar, me vino a la mente un guitarrista que conozco, que puede tocar clavado a Silvio y conoce muy bien el repertorio; este es Miguel Ángel Morales el “Negro”, creo que hasta se lo llegué a comentar. Pero después pensé que estaría bien alejarse un poco de la rigidez del Silvio con guitarra, alejarse de la imitación, buscar algo un poco diferente, dar un pelín de improvisación a la música. Imaginé una actuación donde la voz, las letras y las melodías fuesen totalmente fieles a las de Silvio, pero darle algo de libertad y personalidad propia a la música, y eso es lo que estamos haciendo y, para esto, el guitarra más adecuado es Luis.
Un día, apareció el Crespo por Zaragoza, estaba muy mal, pasó unos días en casa (ésta fue la última vez que lo vi), la verdad es que ya no duró mucho más, pero durante aquellos días que pasamos juntos, cómo no, me habló de Silvio y, escuchando la música que yo estaba haciendo y sabiendo que tocaba con mucha gente, me propuso, me dijo ¿por qué no tocas cosas de Silvio?
Una vez montado el grupo, ya sabiendo lo que vas a hacer , quién y cómo, falta otro detalle para dar fin al proyecto, convertirlo en una realidad y presentarte al público: un nombre, esto también lo elegí yo. Gregorio le quería poner un nombre grotesco y a mí se me ocurrió Tres Hermanos (por la canción de Silvio, la fábula de los tres hermanos y porque somos tres y porque el tres es mi número de la buena suerte), me costó lo mío imponer este nombre ya que el cantante quería que nos llamásemos... ni lo voy a nombrar, al final en un ataque de cordura se resignó y mi propuesta, lógica y sensata, es la que se impuso.
En ocasiones hay que claudicar a la evidencia (lo mismo que pasó con el nombre del grupo), el no poder dejar de tocar juntos, siendo qué es lo que queremos hacer, es que hay una fuerza que nos obliga y la prueba es que, este jueves 19 a las 22:00, volveremos a hacerlo en La Campana de los Perdidos. Durante un tiempo pensé que la fuerza que nos llevaba a juntarnos una y otra vez era Rodicio, que siempre llama a Gregorio para que toquemos en su garito, pero después de analizarlo en profundidad, estoy convencido de que Antonio Fernández Crespo, el Crespo, es la fuerza que nos empuja, el que impulsa a Rodicio para llamar a Gregorio, el que nos obliga a decir sí una vez más. Él es el que nos presiona para que sigamos siendo tres hermanos.

*Cualquier coincidencia con la vida real es totalmente lógica, ya que esta historia está basada en hechos reales.

sábado, 14 de julio de 2012

mini-HOY ESTOY ESPECIALMENTE INDIGNADO-mini

Foto, Ángel Fernández

Ayer pasó algo que me indignó muchísimo. Lo de fabra, la hija de fabra. Hace tiempo que sé lo que piensan de nosotros, me los puedo imaginar perfectamente en sus conversaciones privadas hablando y riéndose a mandíbula partida (de nosotros) en sus bacanales con champán francés, pero de eso a que lo hagan en público, por lo menos se podrían esconder para insultarnos. El que esta mujer nos insultase, además con esa cara de rabia (mal bicho ha de ser), después de la presentación de unos recortes sin precedentes, que diga “que se jodan”, la frase de fabra, la hija de fabra, para mí tiene el mismo efecto que si Rajoy, después de anunciar todos sus recortes, hubiese dicho “y os jodéis”. Algún día tiene que llegar la gota que colme el vaso y ésta podría ser. Rajoy, si te queda algo de dignidad, haz algo al respecto (ya sé que nunca lo leerás, pero me sirve de desahogo).
Cuando empezó todo ésto, estaba indignado; antes de leer el libro de Hessel, ya estaba indignado con ellos: los políticos, los banqueros, las farmacéuticas... quizá lleve indignado toda la vida (a Ratos). Con los políticos de antes de la democracia estaba indignado por influencia de mis padres, por sus conversaciones (de mis padres), sus historias, las que contaban (de política y derechos humanos e injusticia) y sus propias historias, las de sus vidas, entre ellas las que les llevaron a emigrar. Me indigné cuando me enteré de que las grandes potencias mundiales no hicieron nada por ayudar a nuestra república, a nuestra pequeña y frágil república. Me indignan las muertes de nuestros obreros durante años (guerra y posguerra), me indigna la ley del silencio y del miedo impuesta (durante el franquismo y después la pactada para emprender nuestra nueva aventura demócrata) que ha calado en nuestro carácter. Me indigna que en este país nunca se ha juzgado a nadie por aquello, que en este país, todos los malos piensen que los demás somos tontos y encima saben que no van a pagar por sus fechorías.
Me han indignado nuestros presidentes democráticos. Me indigna cuando un trabajador defiende a su dirigente, que ha mentido descaradamente “OTAN NO” (eso me indignó mucho); aquel día empecé a sospechar que esta gente no está ahí para hacer cosas para el pueblo, que su lucha para llegar a presidente no es para hacer el bien, que debe ser por otra razón, porque si piensas una cosa (antes de conseguir los votos) y después haces otra, es que tú no mandas, o algo más miserable aún si cabe (la historia se repite una y otra vez), si tú no eres el que gobierna, y si tú no eres el mandamás, deja de mentir y deja gobernar al tipo y sus secuaces que te ordenan, a esos que no hemos votado pero que te manejan, por lo menos nos ahorraremos unos cuantos sueldos disparatados de gente que no vale para nada y también de los que roban (los presidentes, todos roban, o fijaros qué sueldos tienen actualmente como ejecutivos de empresas y demás, después de los favores donados durante sus mandatos). Todo ésto me indigna. La macroindignación me agota (supongo que es lo que buscan), la macroindignación de nuestro país me indigna, pero hace ya tiempo que más aún me indigna la microindignación, las pequeñas cosas, y creo profundamente que esto es lo único que nos puede salvar. Si no cambiamos, no esperemos que cambien los que provocan la macroindignación, ellos también se valen de la microindignación para manejarnos, de nuestras pequeñas cosas para poder hacer a sus anchas. Siempre me ha indignado lo micro, y ahora mucho. Me indigna la injusticia, me indigna la frase “si yo estuviera en su lugar, haría lo mismo” y más aún cuando afirman “si estuvieras en su lugar, harías lo mismo”, me indignan los pequeños empresarios que no apoyan ni nunca han apoyado a sus trabajadores, que se han valido de ellos, y ahora los dejan tirados, que critican a los banqueros y a los políticos y no ven que su comportamiento es igual de indigno que el de los grandes, me indigna el trabajador que no apoya a su compañero por miedo o egoísmo, me indigna el que roba, no sólo el que roba algo grande, me indigna el que roba al camarero que se ha equivocado dando los cambios, calla y se lo mete al bolsillo, el que se cuela en una atracción en la feria sin pagar también me indigna, me indigna la gente que nunca piensa en los demás, me indigna la gente que hace algo mal y no lo reconoce aún dándose cuenta de que está mal, me indigna el que perdona lo imperdonable por miedo o egoísmo, me indigna la gente que insulta, más aún el que insulta a sus hijos, el que insulta a su pareja, me indigna el violento, el agresor y más me indigna el que lo defiende, me indigna el que rompe las cosas de los demás queriendo, me indigna el que miente, más aún el que te miente y cree que eres tonto, que no te enteras, me indigna la gente que cree que los demás son tontos, me indigna la gente que escupe en el suelo, el que tira chicles al suelo, el que deja los excrementos de su perro en la acera, me indigna el ruido innecesario, me indigna la gente que utiliza el claxon para protestar, me indigna la gente que está puesta a dedo, me indigna el maestro sin corazón, el maestro que enseña algo que no sabe, me indigna la falta de criterio, me indigna la gente que se cuela en la fila, me indigna que se premie lo mediocre, me indigna que a una familia no le llegue el dinero, me indigna que la gente no tenga la posibilidad de un trabajo digno, me indigna que la gente trabaje a cambio de cualquier cosa, me indigna el pequeño empresario que se vale de eso, me indigna la ambigüedad, me indigna la avaricia, me indigna la gente que no compra en el pequeño negocio, me indigna la gente que hace trampas con el fisco, y el que lo cuenta más, me indigna la gente que cobra una prestación y trabaja, me indigna la gente que se mofaba, que se ponía las manos en la cabeza con Berlusconi, creyendo y afirmando que los italianos eran imbéciles por votarlo, sin mirar cómo somos aquí, me avergüenza ver nuestro país desde fuera. Hace mucho que me indignan más nuestros “pequeños” hechos que los de los grandes.
Lo que ayer pasó, me indignó muchísimo, lo de fabra, la hija de fabra, yo lo incluyo en la microindignación; no es macroindignación, porque la macroindignación está visto que es la que nos toca el bolsillo o recorta nuestro bien estar, por lo que la frase de la hija de fabra, ésta, debe ser micro (la frase y ella). Y, como he comentado, me indigna la microindignación, y ésta fue la evidencia de lo que piensan de nosotros fabra ( me refiero a la hija de... por si aún no ha quedado claro) y sus compañeros y el presidente (éste, el presidente, qué favores le deberá a fabra, hijo de fabra, para tener a la hija de fabra ahí); si no hacen nada al respecto, para mí son igual que fabra, la familia. 
*No quiero convertir mi blog en un lugar de protesta y espero que esta sea la primera y la última que haga, pero me indignó mucho esta mujer, su comentario. Quiero dejar clarísimo que no es un tema partidista (no soy de ninguno, en todo caso del Barça y no siempre), es un tema de dignidad, cualquier persona que hubiese hecho este comentario, hubiese sido del partido que fuese, me hubiese indignado de igual manera.
*Se me ha estropeado la “F” mayúscula. Perdonen las molestias.

martes, 10 de julio de 2012

RESPUESTA A UNA PREGUNTA DE LA BRUNED

Fotos, Ángel Fernández.
Audio, Cromático de Diego M. de Pisón, del disco Plaza Castafiore, S.R.P. discos 1994. 
Intérpretes: Diego M. de Pisón, guitarra, Coco Balasch, bajo, Jesús Fandos, batería.
El Cromático es un tema con historia dentro del disco Plaza Castafiore ya que no estaba en la lista de canciones que teníamos preparadas, pero al día siguiente de grabar, fuimos a recoger los trastos al estudio y, como quedaba un trozo de cinta virgen (aún se grababa con cinta), el técnico nos dijo si queríamos grabar algo, la cosa es que faltaba un miembro del grupo y este es el único tema del disco a trío.

Ayer iba con la radio encendida y oí una versión de "Michelle". Al acabar dijeron que era de Terri Lyne Carrington y su Mosaic Project, un grupo de jazz sólo con mujeres, algo rarísimo porque sólo ha habido mujeres vocalistas(con contadas excepciones).¿qué te parecen?.
La pregunta que me planteas creo que es: ¿qué te parece el nuevo grupo de Terri Lyne Carrington y su proyecto Mosaic?. Sobre qué me parece el grupo, está claro que todas tocan bien. Pero como siempre, el que te guste o no te guste, que te guste más o menos, es una cosa personal. A mí particularmente me gustan más otras opciones, otras cosas.
Me ha llamado la atención que comente (el locutor) que en el mundo del jazz sólo ha habido mujeres vocalistas, instrumentistas en contadas excepciones. Esta afirmación sería cierta en un pasado lejano, pero claro, pensando que está hablado de un grupo actual, es una afirmación demasiado severa (él creo que habla de mujeres músicos y no de grupos de mujeres, lo segundo si que es excepcional), aunque aún son muchos más los chicos. “Ha habido pocas músicos en el Jazz”, es cierto, pero hoy en día no se puede hacer una afirmación de este tipo, me parece falto de información sostener que “son excepciones y, las que hay, cantantes”; yo creo que ya no son una excepción, claro que depende mucho de la medida que le des a la palabra “excepción”, ya que es una palabra algo ambigua, poco precisa, sin concreción ¿a qué porcentaje se refiere: excepción cómo el número de albinos o excepción cómo el número de chicos con el pelo largo o excepción como el número de habitantes extranjeros en Zaragoza? Igual de excepcional que en otras profesiones en las que el hombre, por imposición histórica, ha copado todo y ha sido el admirado, mientras la mujer tenía que estar cuidando de la casa, de los hijos y del consagrado (durante la historia siempre ha habido mujeres que se han salido de este perfil implantado, pocas, debido a las dificultades y tradiciones impuestas por los señores). Ya hace unos años que hay muchas mujeres profesionales tocando este género musical, ya hace unos años que se puede ver el potencial femenino (ahora ya sólo hablo de Jazz). No creo en absoluto en la diferencia por género, sino en el corazón de las personas y en la música improvisada donde tanto cuenta la imaginación, ahora sois más libres para soñar, las chicas son más libres, más libres para estudiar, más libres para elegir si se van a dedicar a criar hijos o no, si los van a tener o no y cuándo, si se van a casar o no, libres para compaginar maternidad y profesión, ahora son libres para elegir su vida, ahora son más libres para soñar. En este momento de igualdad con el hombre (musicalmente hablando) vamos a ver muchas y muy buenas, y espero y creo firmemente que algún día habrá tríos y cuartetos de mujeres, pero no por haberlo fabricado de forma artificial, sino por imposición del porcentaje entre músicos (hay gente que piensa que a las chicas se les da mal improvisar, por esto hay más chicas en clásico que en el Jazz).
En la historia “me di cuenta que también me gustaban las mujeres” (26 de junio en este blog), aparte de otras cosas, intento abrir la curiosidad sobre la existencia de muy buenos músicos que son mujeres, al igual que planteo, a su vez, que porque sean mujeres no tienen por qué gustarme, que por ser una minoría no tienen un plus para gustarme. Igual me pasa con los niños o jóvenes. A mí, que un niño llegue a tocar algo de alta dificultad técnica me puede llamar la atención, pero no me emociona. Cuando la gente me dice, escucha a este nuevo joven (esto también lo planteo en la historia del día 26, y hablo de la desilusión que te llevas en muchas ocasiones después de escucharlo), lo escucho de igual forma que lo haría con otro músico, no valoro la juventud del músico, ni su proyección de cara al futuro, lo único que valoro cuando escucho música es la música. Me importa un bledo que el que toque sea niño, niña, joven, hombre, mujer, le falte un brazo o sea ciego, no doy un plus a mis oídos y mis sentimientos porque el intérprete pertenecezca a una minoría, la música la escucho para disfrutar y me gusta la que me gusta y eso no lo va a cambiar el que la toque un niño de doce años. En el momento en que estoy escuchando, me importa un bledo el hombre músico, su nombre, quién es, intento disfrutar de lo que oigo y ya. Otra cosa es cuando algo me llama mucho la atención, un instrumentista nuevo me despierta la curiosidad y entonces se obra el milagro (cosa que cada vez ocurre menos), siento la necesidad de saber quién es. Por defecto o fetichismo, o para poder comunicarme con otras personas, o para darlos a conocer o compartirlos me he aprendido un montón de nombres y he leído un montón de biografías (también pienso que es necesario conocer la historia para saber dónde te mueves, para valorar a tus ancestros musicales, para tener respeto hacia ellos, para tocar mejor; los occidentales somos muy dados a ir al grano) intentando conocer más al músico ¿cómo ha podido llegar a ser especial? y busco en los escritos sobre su vida privada. Eso me ha llevado a una conclusión: después de leer sobre muchos
músicos, la única cosa que tienen en común unos y otros (de los que me gustan) es que casi todos, por no decir todos, tienen una sólida preparación académica. Y llegado a este punto de mi declaración, tengo claro que el tema de que haya menos mujeres que hombres en el Jazz es porque, hasta hace unos años, sólo accedían a este tipo de estudios los hombres, eran momentos en que ellas no podían elegir y, sí, eran una excepción mayoritariamente en forma de cantantes (¿por qué cantantes? un día hablo de mi teoría al respecto). En la historia “me di cuenta que también me gustaban las mujeres” destaco a Geri Allen de entre todas las pianistas, pero es una cuestión de gusto, es una cuestión de mi gusto, mi decisión o, mejor dicho, la de mi corazón, él es el que la incluyó ya hace muchos años en mi lista de pianistas favorit@s, pero hay muchas otras pianistas de alto nivel que seguro están en otra lista ¿quizá en la tuya? Eliane Elias, Diana Krall (damnificada de mi historia), Rita Marcotulli, Nina Simone, Tania Maria, Patrice Rushen (ésta, cuando la descubrí, cantaba funk comercial, después la he oído con buenos músicos de Jazz tocando el piano), Dorothy Donegan, Maria Shneider, Patricia Barber y otras muchas que seguro no conozco.
Bruned, te agradezco que me hayas enviado esta-s pregunta-s, no sé si te he contestado a lo que querías saber o sólo me ha valido de pretexto para liarme a contar una historia que no tiene nada que ver con la-s respuesta-s. Lo que sí que tengo claro es que me ha servido para escribir mi relato de esta semana y a su vez desgranar un poco la narración que colgué en el blog hace un par de martes, mostrar lo que quise decir, esta vez desde un punto de vista más técnico. Claro que mi mujer siempre dice que no hay que explicar los chistes (con muy buen criterio) y creo que es lo que acabo de hacer con “me di cuenta que me gustaban las mujeres”.

*Lo del proyecto Mosaic, no es el primero de este tipo; en Barcelona hace ya unos años hubo un grupo de Jazz de chicas, no recuerdo las integrantes, ni el nombre del grupo, bueno recuerdo que al contrabajo estaba Giulia Valle.